sábado, 16 de agosto de 2008

Bella: Por Sutter Kaihn

— ¡Pará un poco! No tenés porque hacer esto. Pensá en tu familia, amigos. No tenés porque tener que tomar esta decisión tan trágica. — Intentó convencerla Horacio De Andrea. El oficial bombero trató de estirar un poco su mano hacia la desesperada muchacha, quien estaba colgando en una terraza de la catedral.
— ¡No, andáte! — gritó ella. Parecía ser una adolescente de 17 años; tenía buen cuerpo y el cabello bien cuidado. Su piel era rosada y olía a violetas. Vestía un pantalón vaquero blanco y una blusa bordó. Sus delicadas manos con algunos anillos, estaban aferradas al borde de la inmensa estructura eclesiástica.
— Me tiro… no aguanto más, yo me quiero matar ¿O acaso no lo entiende? — Gimió la pobrecilla. Horacio quien estaba debajo de la ventana sin poder verle el rostro, trató de utilizar toda la psicología posible para poder mediar con la muchachita perturbada.
— ¿Por qué te querés matar? — Preguntó él. — Mi madre… — respondió ella como si se tratara del Diablo. — Mi mamá tiene la culpa, ella nunca quiso. Jamás me dejó ser. — Su voz acongojada, pronto se transformó en un llanto quejumbroso. Sus palabras parecían ser dificultosas; no pronunciaba bien lo que decía. — ¿Que pasó con tu mamá? Bajáte y contáme bien. — Intentó convencerla Horacio pero esta al intentar alejarse más, resbaló.
Se movió lentamente y logró mantener el equilibrio en la cornisa. — Ella tiene la culpa, la odio… ¡La odio! — Gritó. El oficial de bomberos trepó un poco la ventana y logró verla un poco más. — ¿Cómo te llamás? — preguntó con dificultad, ya casi podía verle del torso hacia abajo. — Melina, me llamo Melina… — contestó entre sollozos. — ¿Qué te pasó? ¿Qué tenés en la boca? — Melina trató de calmarse y procedió a hablar un poco más.
— Mi mamá está enferma ¿Sabe? No está bien. Lo que pasa es que siempre me tuvo celos y… — ella tragó saliva para aminorar la angustia. — Ella está loca, siempre me encerraba y me controlaba. Jamás quiso que tuviese novio o que la gente me viera. Siempre fui su “retoño” o su “princesita” y todo esos tipos de calificativos absurdos y de mierda.
Siempre me quiso para ella y nada más que ella. Su hijita querida, la nena hermosa e inocente… — Ella dio dos o tres pasos más y se alejó un poco. — Ahora va a tener la culpa de lo que va a pasar ahora, espero que se lo tenga bien merecido. Va a pagar por todo… — gimió Melina. Horacio intentó asomarse más y descubrió que la chica estaba de espaldas junto al borde de la cornisa, apoyada sobre una gárgola.
Trepó y logró pararse sobre la incómoda estructura. — Culpa de que Meli, de que tiene la culpa tu mamá. — Cuestionó para saber la causa de sus actos incoherentes. — Hacía dos meses… — continuó ella. — Yo había conocido un chico ¿Sabe? Me gustó ni bien lo vi. En la facultad… y… — Ella comenzó a llorar de nuevo, tragó saliva y prosiguió. — Mi mamá se enteró que yo lo frecuentaba, habíamos empezado una relación juntos y ella se enteró… se enteró.
Ella se dio cuenta. Nunca la vi tan furiosa. — La chica se soltó de la gárgola y se meneó perdiendo el equilibrio, hasta que logró nuevamente aferrarse a la antigua figura. — Mirá, hay muchos casos de amores imposibles Melina. No por eso, necesariamente tenés que llegar a esta situación. Cuando te independices vas a poder estar con él. Muchos jóvenes se independizan para poder estar con sus parejas y… — La muchacha levantó su mano y la golpeó contra la estatua. — ¿Qué es lo que no entiende? ¿No le dije que mi mamá está ENFERMA? — gritó con furia e impotencia. — Estos dos meses, me persiguió, me hizo sacar fotos. Llamaba a la policía acusando a mi novio por rapto. Lo amenazó de muerte, ¿entiende? Es una loca sin remedio, está maldita. Jamás me dejó vivir como una persona normal.
La odio… la odio tanto. Ella está celosa de mí, eso es lo que pasa. Ella está celosa porque soy más joven que ella. — Declaró Melina y bajó la cabeza. Horacio se estaba acercando cada vez más hacia la perturbada joven, que estaba al borde de la muerte. — Calmáte un poco, tengo una idea… ¿por qué no le hacés una denuncia a tu mamá por acoso? De última si está tan enferma como decís, ¿por qué no la encerrás en un instituto privado? — Insinuó Horacio mientras seguía acercándose a la chica lentamente.
Él pensaba atraparla, tenía que aprovechar la oportunidad de que ella estaba de espaldas al vacío. — No señor… usted sigue sin entender. — murmuró ella y se dio la vuelta. — Ella nunca quiso que fuese BELLA. — Finalizó y con una de sus delicadas y rosadas manos, se quitó los vendajes del rostro.
El policía bombero al ver lo que había quedado de Melina, exclamó un grito corto y quedó paralizado. Faltaba parte de sus mejillas, la nariz, orejas y un ojo. — Me dejó la boca para que pudiese hablarle… A ella y solamente a ella, — dijo Melina mientras Horacio seguía pálido. No podía creerlo. La chica extendió lentamente sus brazos y se dejó caer al dominante vacío, tratando de poder sonreír.

Fin
16/5/08

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Culo de Bloger buenisimo Sutter, sigue asi que vas por el buen camino del MALLLLL
Sergio Chez
Saludos del Gato
muehehehe

Anónimo dijo...

mi barrio no es peligroso, me corrijo en realidad todos lo son hoy en dia jajaja. Nos estamos por mudar =)