sábado, 16 de agosto de 2008

El parásito. Por Sutter Kaihn (cuento premiado por el Diario Hoy)

Hace tres meses que estoy así doctor, no entiendo porque me siento cada vez más y más débil. Ya casi no tengo fuerzas para abrir la boca y respirar con profundidad. Solo me abstengo a mirarlo de esta forma; mi piel esta demasiado pálida y… ¿Usted que piensa de esta extraña enfermedad?
Solo intento balbucear cosas. A veces trato de incorporarme, pero es inútil. Todo empezó con un desmayo por presión baja. A veces, los viejos como yo ya no podemos ni con nosotros mismos. Mis hijos me han traído hasta este hospital, mientras que mi pobrecita esposa… que en paz descanse, se debe estar retorciendo de la tristeza para que yo no muera y siga viviendo.
En fin. No sé porque en estos meses estuve empeorando doctor. Mi cuerpo parece de plomo y mi vista está borrosa. Hace poco tuve una extraña pesadilla; soñé que una horrenda criatura se alimentaba de mí… DE MI SANGRE. Era espantosa. Tenía una boca pegajosa y mal oliente llena de dientes pequeños. Con un par de ojos que parecían de un loco desquiciado.
¿Usted ha soñado algo así de escalofriante?, ¿alguna vez sintió tanto pavor, al saber que una criatura de naturaleza desconocida, se alimenta de usted? Yo no, esta fue mi primera vez y le confieso que sentí muchísimo miedo. Algo así no se sueña todos los días; dicen que a veces, la mente humana experimenta pesadillas después de haber visto una película de terror, o después de leer una novela del mismo género.
Pero yo jamás recuerdo haber visto películas de horror, ni haber leído algo así. Jamás me interesó. Bueno, creo que pensé demasiado hoy… Estoy cansado y necesito dormir.
Si, se tiene que ir. Ya que se va… ¿Podría traer algo que me reanime? No sé, cualquier cosa. Necesito salir de este hospital. Nunca me gustó estar aquí, siempre odié estar en una cama todo el día.
No puedo estar sin hacer algo, aparte quiero ver a mis hijos, mis nietos. Extraño a mi gente y no puedo vivir sin ellos. Es lo único que tengo, después de que mi mujer muriese en aquel fatídico accidente. Está cruzando la puerta… se fue. Bueno, supongo que vendrá en algunos minutos. Lo que me queda por hacer en este momento, es mirar por la ventana.
Veo los pájaros que se posan sobre la ventana, puedo escuchar el sonido de los árboles, de los autos. La gente que viene y se va; hay muchas cosas para escuchar como el aviones, tormentas. El correr de un manantial. Odio la civilización, yo me crié en el campo como todas las familias que llegaron a este país. Recuerdo la casona donde vivía, allá en 157 y 62, pasando los barrios de ahora. Antes no habían tantas casas y… ¡No! Se han volado los pájaros, necesito verlos. Me hace recordar mucho mi vieja casa. No quiero que se vayan… ¿los han espantado?
Si, claro, es el doctor. Vino para traerme algo supongo ¿Qué es lo que me trajo señor? ¿Qué es eso? Ah, es una jeringa. Odio las inyecciones. ¿No tiene pastillas o algo así? Pero doctor… esa jeringa ESTA VACÍA. ¿Qué está haciendo? No… NO. ¿¡ME ESTÁ SACANDO SANGRE DOCTOR?! ¡¡LA ESTÁ VACIANDO EN UN VASO!! ¡¡SE LA ESTA TOMANDO!! NO POR FAVOR NO… ¿USTES SE ESTÁ ALIMENTANDO DE MÍ? Y… esos ojos… esa mirada como en el sueño. Usted es… la… criatura…

Fin.

No hay comentarios: