sábado, 16 de agosto de 2008

EL suicida: Por Sutter Kaihn

Preparó su arma reglamentaria, y entró como un tropel dentro de la vieja casa. Entre las penumbras de aquel lugar inundado por un vago silencio, intentó divisar una débil luz proveniente de lo que sería su dormitorio. Heraldo Sáenz, siempre tuvo problemas psiquiátricos. Había caído unas cuantas veces en la comisaría por las denuncias de los vecinos, pero esta vez… fue demasiado lejos.
El detective al entrar, encontró una niña de once años de edad. Estaba muerta sobre lo que parecía ser una Pira con extraños símbolos. También había velas negras y un pentáculo de cinco puntas, dibujado sobre el piso de su propia casa. Le faltaban trozos de carne, el insano había estado comiendo de ella. El detective tragó saliva, el sudor recorría su rostro. Un sudor frío.
La suerte del pobre diablo estuvo echada en ese momento, y se escuchó un disparo. Pudo ver el flash desde la puerta entreabierta y se cubrió. — ¡Alto policía! — gritó desde un sillón. — ¡Estás arrestado Heraldo! ¡Tirá tu arma! — sin embargo nadie respondía. Lentamente, caminó hacia la puerta y con la punta de la pistola, abrió despacio. La pared estaba manchada de sangre, el cuerpo de Heraldo, yacía sobre el escritorio junto a una vieja máquina de escribir.
Su cabeza había quedado esparcida gracias a un revolver de grueso calibre y sus muñecas, estaban profundamente cortadas. — No…— murmuró Juárez. — Loco de mierda, era hora de que lo hicieras ¿no? ¿Pero por qué lo hiciste? — Sus antecedentes eran lo bastantes revoltosos como para llegar a semejante decisión. Después de observar la escena, notó que había escrito algo. Tomó el papel salpicado con sangre y lo leyó:

En mis tiempos de inocencia, siempre supe que me habían elegido. Allí donde la oscuridad es sempiterna y las almas regocijan de odio, está la mía ahora. En la eternidad, en el silencio absoluto. Nadie comprenderá porque lo hice, sin embargo, nadie contó la historia de mi locura.
Solo yo lo sé muy bien, solo sé que ELLOS tenían que venir a buscarme, pero los burlé. Este es mi escape de sus malignas garras y no habrá magia negra que me detenga. Fue cuando tenía dieciocho años de edad, mis padres murieron en un trágico incidente… y digo incidente… no accidente. No, no fue así. Ellos, también fueron elegidos para ser sacrificados en honor al innombrable. El mal antiguo, un horror tan legendario como extenso.
Son los devoradores de vida, que danzan en las noches maldecidas cuando la luna es menguante. Ellos se reunían en la selva marginal de Punta Lara o en la Isla Paulino, para realizar sus macabros actos de hechicería. Aún lo siguen haciendo… para invocarlo a ÉL. Las piedras son la clave para llegar, las piedras mostrarán al pez oscuro. Mayo es la clave, el mes de mayo los favorece, los fortalece.
Alguien tiene que detenerlos ¡Por Dios, alguien que los detengan antes de que sea demasiado tarde! El holocausto vendrá de la mano del Sabannaht, el que devora vidas. Si, me atrevo a nombrarlo pues ya no tengo nada que perder. En cualquier momento vendrán por mí. Yo fui testigo de su poder, yo pude ver con horror, como su magia surtía efectos en sus víctimas.
Sufrí pesadillas espantosas durante años; mis gritos a mitad de la noche, provocaban que los vecinos llamaran a la policía. Mis comportamientos insospechados, terminaron por distorsionar mi mente, a tal punto que no distinguía la realidad que me rodeaba. Voces, sombras. Los cánticos y los gritos. La sangre, las almas. Había decidido internarme en un psiquiátrico por mi cuenta, pero los resultados fueron mucho peores. Las pesadillas fueron más detalladas, me mostraban cosas, me decían todo. Aquella extraña ciudadela situada cerca de un río, es la morada del maligno. La ciudad sin nombre y maldita por miles de años; un lugar donde los que moran allí… no son humanos ¡Allí dejan de serlo! Yo no seré uno más… no seré como Ellos, pues aquí se termina mi camino y dejo las pruebas suficientes de su existencia. Están en el cajón izquierdo de mi escritorio.
P.D. No quería matarla… pero necesitaba comer. Él me obliga hacerlo. Ya no soporto más esto.
Adiós.

La cara del detective Juárez se torció del espanto. Jamás pensó que el hombre terminaría por confesar tal terrible secreto. Quizás desvariaba en lo que había escrito ya que tenía antecedentes esquizofrénicos, pero según su investigación, ninguno de sus familiares había sufrido semejante enfermedad mental.
No había vestigios de tal terrible herencia. Tomó dicho cajón y encontró extraños dibujos de la ciudadela, en la que el insano detalló con gran habilidad. También había algo escrito en un idioma incomprensible; parecían ser unas especies de runas antiguas. Algo había notado detrás de él, no se veía mucho así que tomó su pequeña linterna de bolsillo y lo que encontró, no fue muy agradable. Era un mensaje escrito con la mismísima sangre de Heraldo. Eran la traducción de las runas.

“El tiempo devora la carne, la sangre y los huesos.
¡Invertid el proceso si queréis seguir!
Renovad vuestro cuerpo, fortaleced el espíritu y vivirán.
Quitadle y devorad al tiempo, la carne, la sangre y los huesos
Por que nos pertenecen.
Entregadme sus vidas… y vivirán”


Fin
17/3/08

1 comentario:

hipermetabólico dijo...

Qué hacés loco?! Soy santiago, el novio de Belén, recibí tu mensaje, pero no pude responderlo... Las ilustraciones no entran en en paquete como para mandar por mail, pero bueh, en este blog subí un par de ilustraciones de "el suicida"(las penúltima y anteúltima a la fecha)así que por lo pronto sacalas de acá. Historieta no estoy haciendo, y por ahora no tengo mucho tiempo, pero si me dás permiso en conjunto con mi tiempo, posiblemente dé para ilustrar algún otro texto.
En fin, pasate por acá, nos estamos viendo, y ...arriba el abajo!!